La amistad puede entenderse como el vínculo que une estrechamente a dos o más personas entre las cuales no existen lazos familiares. Sin embargo, esta relación de afecto puede establecerse naturalmente entre miembros de una familia, no necesariamente por el hecho de compartir lazos sanguíneos, sino también (y fundamentalmente), porque ha surgido entre ellos una confianza, una simpatía y una empatia que solo se logran a medida que va creciendo una verdadera amistad.
Hay diferentes tipos de amistad, de hecho éste es un concepto subjetivo. Hay quien considera 
amigo
a la persona con la que sale a divertirse los fines de semana, aunque no esté presente en los momentos críticos de su vida. Hay quien no concibe llamar amigo a ese colega que sólo frecuenta en las fiestas y parrandas.
La amistad no está relacionada con la asiduidad con la que quedamos con un amigo sino con la calidad de esos encuentros; con la manera en la que esas personas especiales nos hacen sentir; con la confianza que nos transmiten; con la honestidad que nos demuestran; con la necesidad que sentimos de correr a contarles eso tan especial o desagradable que nos ha ocurrido; con la tranquilidad con la que les contamos un secreto inconfesable; con la seguridad de que una crítica proveniente de esos amigos, siempre será constructiva y destinada a ayudarnos.
La amistad es amor incondicional.
